La meritocracia en la mente del profesorado: un análisis de los discursos docentes en relación al éxito, fracaso y abandono escolar.

El poder del profesorado

Los seres humanos somos extremadamente vulnerables. Cuando nacemos necesitamos de la compañía de un adulto responsable todo el tiempo o podemos morir fácilmente de inanición o ahogarnos con nuestra propia saliva. La vida está tan llena de peligros y obstáculos que quienes llegan a sentirse realizados y felices con sus proyecciones personales, especialmente si vienes de una familia humilde, realmente han demostrado mucha valentía y capacidad de resiliencia para salir adelante a pesar de todo. Nunca había pensado tan detenidamente en la fragilidad del ser humano frente al mundo, frente al sistema, frente a la sociedad y en la importancia que adquiere quien acompaña ese camino. Existe una gran responsabilidad desde el momento en que decidimos hacernos cargo de otro ser humano o participar de alguna manera en su vida y esto puede aplicarse a un amplio abanico de posibilidades: una relación amorosa, la maternidad, la paternidad, una amistad, y por supuesto, el profesorado. 

Cuando era niña una profesora decidió que la mejor forma de enseñarme Artes era rompiendo frente a toda la clase mi trabajo porque, según ella, era demasiado lindo para haber sido realizado por mí y que lo más seguro es que mi madre me haya acompañado en el proceso. Efectivamente la tarde anterior, mi madre y yo nos sentamos juntas a hacer bolitas de papel maché para rellenar un caracol que luego pintamos de muchos colores. Conversamos, nos reímos, tomamos té juntas, fue una tarde maravillosa. Para mi profesora en ese entonces la lección estaba aprendida, pero para mí aún más. Cuando pienso en esa niña pequeña que lloraba encerrada en el baño, recuerdo la razón por la que estoy aquí: no quiero más docentes mal formados que impacten negativamente en la vida de nuestros niños y niñas. Mi profesora destrozó un momento que para mí había sido perfecto en un par de segundos, y lo peor de todo es que ni siquiera se dio cuenta. Los profesores mal formados pueden llegar a marcar la vida de los estudiantes para siempre, ¿cómo podemos seguir permitiendo que lleguen al aula a formar estudiantes personas sin criterio ni vocación?

Siempre se tiende a pensar en la figura docente como un agente positivo en la vida de las personas, esto claramente es en la teoría porque la realidad puede ser muy distinta. Yo me pregunto si realmente todos los docentes son personas críticas y conscientes del entorno que viven y de la forma en que el sistema nos moldea y nos controla para tomar decisiones pedagógicas y profesionales. La responsabilidad de las y los profesores es tan grande, que podemos cambiar la vida de un ser humano para siempre. Si hacemos mal nuestro trabajo e impactamos en un estudiante que no ha sido formado en valores desde su casa para ser fuerte y darse cuenta, entonces lo más seguro es que esa persona va a desertar, va a renunciar a la escuela porque no le vería sentido a estar sentado ocho horas escuchando a un profesor que no confía en él o que puede hacerle daño. Es cierto que la responsabilidad del abandono escolar no cae completamente en la figura docente, pero sí podemos reconocer en los discursos de las y los estudiantes, la forma en que un profesor le habló para mover las piezas del juego y hacer jaque en su futuro. 

La nueva ministra de interior en Chile, Itza Siches, se refirió en la última sesión de la agenda política 2022 a la discriminación de clase que sufren las personas en un proceso judicial cuando son de distintas clases sociales: “Si es de las Condes, rubio y tiene apellido, no pasa nada. Si yo pillo a esa persona en La Pintana, es pobre, me lo llevo detenido”. Las Condes y La Pintada son dos comunas diametralmente opuestas en cuanto al nivel de vida, porcentaje de delincuencia, calidad de educación y seguridad ciudadana. El pensamiento ideológico que está detrás de la justicia es el mismo que traspasa las mentes de los profesores cuando se refieren a las expectativas que tienen sobre sus estudiantes.  Muchas veces un profesor puede asociar inconscientemente la imagen de buen estudiante a aquel que no habla, no se mueve, no se queja y no critica. Esto porque en la construcción de lo que es correcto e incorrecto ser y hacer caben estereotipos que son parte de un imaginario social profundamente arraigado en todos los sectores que conforman nuestra sociedad y permean hacia la cultura que nos envuelve a todos en el mismo vicio. 

El sistema neoliberal se ha expandido rápidamente por todos los resquicios de nuestra sociedad, tocando a las personas en todos los ámbitos imaginados y creando para ellos una única forma de ver el mundo. Una forma exitista, idealista, materialista y elitista de ver el mundo.  Y los profesores, al igual que el resto de las personas, también han sido formados bajo esta misma lógica, por lo que no debería extrañarnos tanto que piensen mal de una persona pobre y que esperen mucho de una persona rica. Finalmente la idea del esfuerzo para labrar el propio futuro proviene del sistema neoliberal. Es por eso que los docentes en sus discursos, pueden reproducir las ideas del sistema sin siquiera cuestionarse si lo que explican es la única forma posible de verlo. A mí me sorprende mucho cuando escucho a un profesor decir: “no es mi problema” o “eso no es mi responsabilidad”. ¿Entonces cuál es su responsabilidad? ¿enseñar la disciplina? ¿pasar los contenidos? Porque si es así entonces estoy completamente de acuerdo que en la educación del futuro apostemos por seguir aprendiendo de las máquinas, al menos ellas no van a dañar tu autoestima o te van a juzgar. 

Efectivamente, lo mismo que sucede con los estereotipos de la delincuencia en el ámbito de la justicia sucede con la educación. Aquel alumnado de bajo nivel socioeconómico puede ser prejuzgado por sus profesores quienes de antemano dictaminan que para ellos no hay futuro porque: “no demuestran interés” o “no son responsables”. Existen concepciones implícitas en los docentes que les hacen enfrentar a sus estudiantes con un sesgo, los profesores reconocen menor sentido de responsabilidad en un estudiante de origen humilde. Personalmente pienso que esto es una situación muy grave, ¿cuántos estudiantes han decidido abandonar sus estudios porque han pensado que no son buenos? ¿a cuántos estudiantes les hemos hecho creer que no pueden? 

Ahora bien, como profesionales de la educación, ¿qué proponemos? Yo apunto directamente a las instituciones formadoras, en este caso particular, a la Universidad. Es una tremenda responsabilidad mirar de cerca los programas de formación docente y asegurarnos de que asignaturas como Educación para la democracia, Formación en valores, Efectos de la globalización en la carrera docente, entre otras, sean impartidas con el máximo nivel de preparación y calidad. Debemos asegurarnos que los profesores que estamos enviando a las aulas están realmente preparados para enfrentar a los estudiantes con suficientes conocimientos y formación. Las y los profesores deben ser el mejor ejemplo de conciencia crítica y valores, no podemos permitir que docentes impacten negativamente en el futuro de nuestros estudiantes y que en lugar de acercarlos a la educación los terminen alejando. Podemos abrir cientos de Universidades o poner a miles de docentes que formen nuevos docentes para decir abiertamente que apostamos por la educación pero, ¿quién se preocupa realmente de la calidad de estos docentes? ¿O acaso ya estamos viendo los efectos de la globalización en la cantidad de profesionales que tienen un título en lugar de asegurar la formación continua y responsable del profesorado?

El profesorado no solo debe educar en el aula, el profesor debe llevar siempre la bandera de la democratización de la educación y gritar cada vez que ve una injusticia, no hacerse parte de ella. Necesitamos más profesores valientes que se atrevan a nadar contra el sistema y a proponer soluciones. Necesitamos más y mejores docentes formados bajo altos niveles de calidad y responsabilidad ética. Necesitamos profesores con conciencia de clase que reconozcan el efecto del origen socioeconómico de sus estudiantes y propongan formas de acercarlos a la escuela y de demostrarles que todos podemos salir adelante si nos lo proponemos, y que puede resultar más fácil y gratificante si un adulto responsable  nos acompaña en este proceso. Podemos entregar las herramientas correctas porque para eso nos hemos formado. Vamos a luchar por una mejor educación para que ninguna niña termine en el baño llorando porque su profesora no se supo comportar como correspondía.

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