“L@s profesores no se capacitan”​ 

"L@s profesores no se capacitan"​

Los profesores no se capacitan. Así opinan popularmente las personas cuando hablan de uno de los problemas que enfrenta la educación.  Lo declaran, lo dicen como si fuera una verdad absoluta, no hay otra respuesta, no hay otra salida, simplemente: Los profesores no se capacitan, o muy pocos lo hacen… Yo me les quedo mirando y pensando en la mejor forma de defendernos y hacerles saber que están equivocados, que hay profesores en todo el mundo tomando cursos, actualizando conocimientos y aprendiendo a usar nuevas herramientas para potenciar sus clases, pero… ¿Cuántos profesores realmente se capacitan?¿Qué pasa con las resistencias al cambio? ¿Permite el sistema la capacitación continua?

Yo pienso en mi experiencia personal en educación y reconozco esa realidad a la que aluden las personas cuando opinan de los profesores… También recuerdo que mi hermana mayor me pasaba sus apuntes de clase porque su profesor me enseñaba lo mismo que le enseñó a ella hace dos años, recuerdo cómo un profesor ofrecía su “ojo de experto” en lugar de enseñarme la rúbrica con la que estaba evaluando el desarrollo de mis habilidades, recuerdo cómo mis colegas se quejaban de que debíamos ir otra vez a esas “capacitaciones que no sirven para nada” o cómo mis profesores hacían verdaderos monólogos por horas mientras yo divagaba en otros mundos, totalmente desconectada de la clase.

Lastimosamente, los profesores hemos ganado mala fama al respecto y, aunque claramente existen muchos profesionales de la educación capacitándose en todo el mundo cada año, parecemos una profesión que se agota y conforma rápidamente una vez que entra al sistema.

Existen muchos motivos por los que una parte importante de los profesores no se capacita y más allá de ofendernos porque dentro de esa generalización entramos todos como conformistas, deberíamos prestar atención a estas razones para comprender qué está pasando realmente con la formación docente. Por ejemplo, pueden existir resistencias personales asociadas al miedo o a las inseguridades, puede ser el tiempo del que se dispone, las trayectorias que ha tomado cada uno, la exigencia burocrática del sistema, las distintas políticas educativas que nos van moldeando desde arriba, el favoritismo o la corrupción de algunos centros, las prioridades… Son varias aristas en el sistema que pueden generar este estancamiento, por lo que es importante mirar de cerca lo que estamos enfrentando como escuela.

Hay algo que está mal desde la raíz, hay algo en la forma en que estamos formando a los futuros docentes o quizás antes, en la decisión que toman ellos al momento de ser docentes, ¿En base a qué lo hacen? ¿Por qué deciden enseñar? ¿Son los profesores los mejores estudiantes de su clase? ¿Quieren siquiera los profesores ser profesores?

Básicamente lo que buscamos es un cambio cultural del profesorado y de la escuela. Tanto desde dentro, como individuos ser conscientes de la importancia de nuestro rol para el sistema y sentir orgullo de nuestra profesión, buscar cómo ser mejores cada día y cómo superar nuestras metas personales; como desde fuera, es decir, desde cómo nos ve la sociedad y la valoración del sistema. Excepto los profesores de Singapur o Finlandia, la carrera docente no es atractiva, los docentes no somos héroes sin capa, no gozamos de una remuneración extraordinaria, no tenemos siempre las mejores condiciones laborales, ni tampoco el mejor trato.

Hoy en día ser docente no es un lujo y por ello que seguimos escuchando a las personas opinar sobre los profesores con tanta seguridad, desprofesionalizando la figura docente. Pienso que ese cambio cultural debe tensar la manera en que se ha formado al docente y reivindicar su figura e importancia para nuestra sociedad.

Si bien sabemos que esto es un proceso lento que lleva tiempo y mucho trabajo, sé que podemos hacer el cambio a nivel sistema. Mientras seamos más los convencidos de la importancia del profesorado y la capacitación docente, más seremos quienes estaremos aportando de alguna forma a cambiar la forma en que la sociedad nos ve. Pienso que de esta manera estaremos apoyando a que no se siga desprofesionalizando la carrera docente. 

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